El primer amor que nunca se olvida.

Quedaron cosas por decir.

Creo que quedaron muchas cosas por decir. Una vez tuve un amigo virtual, ajá, sí, como todos ahora lo pueden tener con el tan vicioso MSN. Él era de los que podías hablar, hablar y hablar hasta que no tuvieses nada que decir, nunca dejaba de hacerlo, podía estar horas y horas hablando y nada hacía que me aburriera.


Hablábamos de todo un poco, no era el típico que hablaba trivialidades porque no soportaba dos segundos en silencio, no, sino de sentimientos, problemas, conductas humanas, relatividades de la vida, libros, conciertos, grupos musicales, etc.

Después de varios meses manteniendo comunicación virtual con él, llegó el momento predecido, el de vernos. Berro!, asustada pero con ganas de seguir el destino, saber quien era esa persona tan interesante y que veía el mundo desde otra perspectiva; esa persona que estaba detrás de una pantalla y un teclado y que no podría ni imaginar mi reacción si lo tuviese en frente.

Pues sí, llegó el día y mi cuerpo temblaba, sudaba a chorros y se hizo acto de presencia ese raro presentimiento de que me dejaría embarcada. Pero no, estaba allí, en el sitio convenido. Admito que estaba nerviosísima. Tenía en frente la persona con quien pasaba horas interminables hablando cualquier cosa que se nos ocurriese, pero que ahora con la diferencia que no me salía ni una sola palabra.

El supo como relajarme, tiene esa especial cualidad de hacerte reír y que lo tomes con calma. Y bueh, desde ahí comienza toda esta retahíla; una divertida y no tanto relación.

El AMOR nos duró 3 meses y medio, jajajaja sí, algunos dijeron, qué pasó y muchos otros se alegraron.

Las cosas estaban cambiando desde la segunda semana de ese primer mes. Las ganitas de ir corriendo a conectarme al salir de clases no eran las mismas; las conversaciones “interesantes” que eran en gran parte las culpables de habernos conocido habían acabado. Comenzó la put*desconfianza, las estúpidas discusiones por su mal carácter de niño malcriado y su tonta baja autoestima.

No todo fue insufrible, tuvimos nuestros momentos ocurrentes. Momentos que nos quedarán de anécdotas, en el que algún día nos recordaremos y reiremos.

Quise comenzar mi escrito con eso de: “...quedaron cosas por decir” porque en un escrito anterior mencioné pero no inferí: el primer amor que nunca se olvida. Y pues sí, fue él. Que a pesar de no haber tenido el suficiente tiempo para “conocerlo mejor” y él a mi, podemos asegurar que sí lo hicimos y que por tales razones desconocidas, por más que intentemos quedar como si nada hubiese pasado, no podríamos pasar de desapercibidos.

Han pasado 3 años desde que nos separamos, nos hemos visto en reiteradas oportunidades. Yo como siempre sola y él fielmente acompañado. He visto como una tras otra han pasado por sus manos pero ninguna a dado en el clavo. Y así pasará los años y seguirá en las mismas… Él no lo admite, pero será así, su auto desconfianza es tal que no le permite ver ni sentir más allá de sus propios ojos. Creo que estamos predestinados a quedarnos solos...

No quería despedirme sin antes darle las gracias a él porque es uno de los motivos que me inspira a escribir sobre lo agridulce que puede ser querer y no ser querido.

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