No vuelvo a escribir cartas.



La primera vez que escribí una carta fue en 6to grado. Un ‘convivir’ que había organizado el colegio de monjas donde estudiaba en ese entonces. Había que escribir sobre algún compañero de clases de quien le tuvieras desprecio para poder ‘drenar’ todo ese odio y poder llevarnos bien ‘entre hermanos’. Yo escribí una para todos, pero de lo positivo que era estudiar con ellos. Sin embargo, ellos fueron lo contrario. Conté ocho que me decían que no les caía bien porque no siempre se deber ser “la payasita del salón” y que no a todos les gusta ver payasos. El resto hablaba de mi gordura. No viene al caso.

Y me di cuenta de eso por ese ‘convivir’, por esas cartas. El destino y sus maromas…

Las cartas que he escrito han sido pocas. Quizás 4 o 5. Quizás más, pero que no han tenido destinatario. O quizás ninguna, porque no se le pueden llamar cartas cuando el que las recibe no las lee con el mismo sentimiento que lo escribe quien los manda.

Nunca he escrito cartas de odio, siempre todo lo contrario. Siempre escribiendo todo lo que hay dentro de mí. Pero he visto que esas letras, esas palabras con las que escribo se desvanecen al pasar de los meses una vez leídas por el receptor. Y llega el momento en el que te arrepientes de haber escrito todo aquello y hasta sientes culpa porque esa idea nunca tuvo que existir.

Y quieres cambiar todas aquellas palabras en odio porque al parecer la vida funciona así, en retrógrado.

Hace unos meses decidí escribir una última carta. No recordaba lo que la vida haces después que la entregas. La escribí a mano; un modo tonto-arcaico comparado con la tecnología que ahorita existe. Pero quice hacerlo así, algo ‘diferente’.

Se la escribí a un amigo (o eso creo que es/era). Con todo el amor de amistad que éste significa. Escribí anécdotas y lo agradecida que estoy de su amistad. Escribí lo bueno que él ha influido en mí. Escribí tantas cosas, que nunca pensé que la amistad pudiera llegar así.

Y parecerá contradictorio, pero no me arrepiento de todo aquello que le escribí. Allí dejé mi alma –tóxica o no- siempre le fui fiel a esa amistad.

***

Eras/eres mi top 1. Y es lamentable que las cosas hayan fluido así. Supongo que sí como mierda. La como desde hace cuatro años desde que te consideré como amigo. Yo he dicho cosas que me arrepiento, pero hay otras que no. Y cuando te hablo a ti no me arrepiento de nada, salvo a veces, así como ayer…

Siento que, si a mí me funcionó una cosa, pienso que a los demás también le funcionará y es por eso que digo lo que digo…

Parece mentira que ese comentario tan superficial-marico que te dije pudo romper una amistad. Hay que ver que el destino da golpes bajos, pero dejan un dolor inmenso.

Nuestra amistad se estaba desgastando, lo sé. Y no sé si ambos estábamos apresurando a que se degastáse definitivamente. Ya no soy tu amiga y voy aceptarlo. No te deseo nada. Solo que te siga yendo mejor como siempre te ha ido. No tengo celos de nadie.

Solo espero que sonrías como yo te hice sonreír alguna vez.

Doy por terminado nuestra amistad.
Que las canciones que alguna vez hicimos nuestras se vayan a la mierda.


Chao.



Estoy seca.


Tengo 26. Ya hace ocho años de este blog. Escribiendo lo que hay dentro de mí, escribiendo las risas, dolores, aventuras que algún tiempo tuve y que si me permite la vida seguiré teniéndolas y dejándolas aquí.

Han pasado muchas cosas; lágrimas y arrecheras, pero nada de amor. 

El amor… y quisiera ponerme maldit*, pero en este momento no lo tengo, no lo siento. Reviso dentro de mí y no lo encuentro. Ese amor que me hace encaprichar, ese que hace que escuche música deprimente, ese que me hace llorar cuando leo metáforas o ese que me hace ver películas en el que el final los protagonistas conviven todavía con las chispas que alguna vez los unió.

Nada. Estoy seca. No siento. No me duele nadie. Nadie me encapricha, las canciones me saben a agua, las metáforas me parecen estúpidas y ya mis lágrimas se volvieron como las películas: ciencia ficción.

Ando indolora. Sin sabor. Sin gustico hacia la vida. Me da arrechera mis 26 años. Me da arrechera escribir en mi blog después de meses esta mierda de post. De igual forma de haber escrito sobre el amor no dejaría de ser mierda. Tampoco el blog.  …ni yo.