Y estabas en esa esquina...





Y estabas en esa esquina, el chico que dice Very nice bonito, ése que tiene un humor extraño e irónico y que le gusta SNL. Admito que estaba nerviosa, pues, hacia años que no te veía desde aquella noche que me viste llorar por aquél idiota. Olías a Giorgio Armani, lo sé porque tengo cierta afición por los perfumes.

Te saludé, te abrazé, ese perfume se quedó impregnado en mi olfato por los siguientes sesenta minutos en el que estuvimos hablando. Reíamos, quería fumarme dos, quizá cuatro cajas de cigarros, no sabía como calmar las ansias. Ansias de qué, no lo sé. Seguíamos riendo. Nos pusimos al tanto de nuestras vidas en ese lapso de tiempo. Tu ya soltero, yo como siempre sola. Mi mirada me traicionó un par de veces. No podía verte a los ojos. (No era porque me sentía incómoda o porque lo que te decía era falso – entiéndase que dicen poraí si no te ven a los ojos es una persona falsa – era como cierta ingenuidad mía o no lo sé). Solo me limitaba a reír. Quería saber de ti, recordar aquellos días y las interminables horas que pasábamos en aquella esquina, sentados en ese extraño banquito, hablando de libros, artistas y como el gobierno se va a la mismísima mierda; pasarme toda la noche escuchándote, pero… un mensaje en mi celular hacía que mi responsabilidad como hija con un padre hospitalizado me llamara.

Al llegar a casa un mensaje a mi celular confirmaba de que te volvería a ver. Una invitación a cenar y otra conversa tímida de mi parte era lo que me esperaba ese siguiente día. Creo que una risita en mi interior se hizo presente.

No esperé con ansias ese siguiente día. Siempre me autoengaño diciéndome que lo que tiene que pasar, pasará. Ya me he llevado suficientes chascos enrollándome por mariqueras y muchos más a estas alturas de mi vida. Aunque siempre salta algún pensamiento optimista de mi parte: Pero quien sabe…
Eso sí, ya para cuando se acercaba la hora sentí como un escalofrío. Dudas del color de mi ropa y de mi autoestima depredador. Sudaba a pesar que me terminaba de bañar; habían pasado siete u ocho años que no sentía lo mismo.

Una llamada y un: Ya te estoy esperando me puso aún más nerviosa. ¿Pero qué es esto? Repetía mi subconsciente. Pa’lante salía de mi boca.

Comencé a recordar de nuevo esos días en la noche en aquel lugar que nos sentábamos en ese extraño “banquito”. De cómo me las ingeniabas para hablar contigo; para poder escucharte así fuera toda la noche - madrugada. Estaba enamorada de aquel idiota, sí, pero tu eras punto aparte. Esos pequeños momentos hacías que me olvidara de que mi corazón se hacía añicos sacándome una sonrisa y un i’m okay…

No sé si siempre me viste como una amiga, no lo sé. Pero sabías que mis intensiones eran otras… Tenías esa táctica de persuadirme. Persuadir mis miradas y de darme a entender que no era correspondida. Imagino que pensabas que era porque venía con ese dolor amoroso y no quisiste indagar en mi corazón roto. Fue lo mejor, creo; para ese momento.

Yo con mi mirada queriendo desearte y tu con ese constante remoje de labios… Que a la final no sé que significaban. No sé si era una vil manía tuya para provocarme o quizá, simplemente manía…

Pienso también que como pasábamos horas hablando cualquier mariquera producto de eso se te resecaba la boca y hacías ese gesto. A veces creo que no capto las señales de los hombres y que, aunque me las tire de una DURA en cuanto a señales y conocimientos de hombres a la final no sé nada de ellos.

Pese a que me llevas algunos años y que te conozco desde los ocho. Siempre sentí algo más que especial por ti. A veces no pude distinguirlo si era como un amigo o un hermano, pero sé que lo sentía. Claro, las veces que imaginé un beso contigo era obvio que lo de “hermano” no me pasaba por la mente jejejeje…

Innumerables mensajes de texto guardaba en mi celular antes de irme a vivir a esa ciudad en la que vives. Esa ciudad nociva para mi organismo. Recuerdo que me paraste en seco una vez diciéndome en pocas palabras que no podías fijarte en mi. No recuerdo bien esas letras pero en mis adentros nunca bajé la guardia contigo. Nosé si era por la lejanía en ese tiempo, no sé si era por esa chica que tenías todos los años del mundo, no sé si era porque no querías cambiar esa salsa de ganzo por esta arepa.

Luego que me mudé a esa ciudad quería arriesgarme contigo pero esa chica era la pared entre nosotros…



...Y allí estábamos, en el sitio convenido para vernos. Noté que sudabas, yo también lo hacía. Era extraño, nunca lo había visto sudar así. ¿Qué quieres comer? La pregunta típica de una invitación a cenar. Para mi cualquier cosa en ese momento era buena, solo quería saber más de él, más de su vida luego de esos seis años de mi ausencia en esa ciudad. De hecho, lo hicimos mientras íbamos camino al sitio. No paramos de hablar, continuamos con algunos temas que habíamos dejado el día anterior sin culminar; riéndonos en la mayoría de las ocasiones y un como extrañaba esto.

La cena se nos hizo interminable, hasta que ya era hora de regresar. La hora y el lugar ya decía que teníamos que volver. Llegamos hasta ese pequeño sitio, cerca de donde él vive y yo me hospedaba; nos sentamos y seguíamos hablando. ¿Algún chiste? Me preguntó, le conté aquel par de chistecitos malos que me hacen reír a morir. (Amo los chistes malos jajajaja…) No soy buena contándolos pero verle decir con una tremenda sonrisa en la cara: Qué malo es ¿tienes otro? Me hacía bien.

Algún silencio al terminar mi último chiste se hizo presente: creo que debemos irnos, supuse. Caminamos hasta nuestros presintos… hasta llegar a esa esquina, esa que da hacia su casa donde se afinca de ese poste y me ve partir hacia la mía. Y me vine con tu olor a Armani, tu sonrisa y ese beso en la mejilla que no quería que se borrara jamás…

PD: No sé si algún día leerás esto, pero te dejaré saber que mi inglés y mi pronunciación te la debo a ti. Sí, cuando viajaba a aquella ciudad jardín, era el Larousse y yo. Subrayando esas oraciones que quería hacerte o que ya me sabía pero que buscaba alguna excusa para que me rectificaras. Escuchando a Alanis, porque decías que el mejor inglés era el de ella. Tratando de traducir Manuales, letras de canciones para poderte ver cuán interesante podría llegar a ser. De verdad te doy las gracias, gracias por ser ese chico que dice very nice bonito jejejeje…

¿Pasando coleto yo?

{parte II}


Mi chico de los veintitantos, MESES sin saber de él. Y pensar que con él quería formar una familia. Nunca me vi ama de casa, ¿pasando coleto yo? Por favor… Aunque como dicen poraí: Espera a que te cases. Aprenderás porque sí.

Y ¿saben? No me importa, es un riesgo que soy capaz de pagar. No me gusta limpiar, no sé cocinar, no sé decorar, pero me arriesgaré… ALGÚN DÍA.

Él es culpable que yo haya pensado en un velo blanco. Esas noches cuando terminábamos de hacer el amor que me decía: No quiero que te vayas, si es por mi me quedaría empiernado a ti por una semana. Tus abrazos confirmaban que me decías la verdad. Pero una obligación laboral y un horario me decían que no; así mi organismo me gritara que me quedara.

Recuerdo que una vez me dijiste: Mi amor, voy averiguar sobre unas cabañitas allá en ese pueblito frío que queda a tres horas de aquí para pasarnos un findecito juntos, ¿qué te parece?. Algo sorprendida pues, era la primera vez que me hacía una invitación fuera de la ciudad y… ¿nosotros solitos mañana-tarde-noche, dos días? Algo increíble.

O como cuando me dijiste: Amor, te regalaré un perrito para que te acuerdes de mi las veces que no esté contigo. Será tu acompañante para cuando yo no esté.

Y pensé que la cosa ya se hacía seria cuando me dijiste: Te dejaré las llaves del apartaco para cuando estés en esos días que quieras salir corriendo porque discutiste con tu mamá puedas quedarte el tiempo que quieras. No acepté…

No sé, todas esas cosas que me decías la verdad no sé qué significaban. Porque a la final, venías me hacías el amor y te largabas para aquella ciudad que le tengo tanta rabia por tenerte allá. Sí, lo sé, está tu trabajo pero también está la estúpida de tu ex con quien estuviste todos los años del mundo. Pero ese es otro caso.

¿Qué puede uno pensar ante todo esto? ¿Qué es lo que él realmente quiere? Me pone extrañamente dudosa. Una duda que hasta el sol de hoy llevo dentro. ¿Qué coñoelamadre quiere él conmigo? Tenerme como una vil “dama de compañía”. Que esté allí cuando él llegue a esta ciudad porque viene a “visitar a su tía” y verme y hacerme el amor y luego largarse de nuevo?...