Uno de esos días en su cumpleaños.

SORPRÁIS.


Dos semanas antes a su cumpleaños me hallaba en su apartaco. Ese día como muchos otros atrás estaba decidida de mandar todo a la mierda con él porque ya estaba harta de que me tuviera como una vil máquina sexual. Pero no, terminaba en su cama comiéndolo a besos y aguantando sus ronquidos (no tenía peo con eso).
Recuerdo que la noche anterior a esa estaba leyendo “la biblia de toda mujer” Cosmopolitan, en lo que me topé con una nota que decía: Cuando quieras conversar con tu pareja cosas que te disgustan hazlo después del sexo en forma cariñosa sin exalte.
Fue lo que hice. Viéndolo frente a frente yo acariciándole suavemente su cabello; le pregunté: Gordo, ¿por qué ya no vamos al cine como antes? ¿Por qué ya no me sacas a cenar? ¿Por qué duras días/meses sin enviarme mensajes de texto y cuando lo haces es para traerme acá a tu apartamento?¿Por qué no me hablas de ti? Yo no sé cuál es tu película favorita, ni cómo se llamó tu primera novia ni cuántos hermanos tienes. Quiero saber qué sientes cuando estás conmigo. Nunca te has preocupado por preguntarme mi segundo nombre o mi nombre completo. Poco sé de ti. Te gusta el sushi, pearl jam y amigos invisibles, que hiciste un curso de catador de vinos y te gusta que te haga sexo oral mientras te fumas ese cigarro mentolado. ¿Y tu, qué sabes de mi? Lo que sabes es por mi manía de conversar demasiado y de mi fácil expresar… en lo que solo te limitas a reír y hacerme el amor para que se me olvide. Terminé con: Al menos dime tu fecha de cumpleaños que sé que esos días son especiales.
Respondió: Nunca me gustaron las fechas de cumpleaños. Cuando llegue el día te enviaré un mensaje y te diré: ¡ES HOY!.
Solo eso respondió a todo aquello que le había preguntado jejejeje, qué bolas.
Me quedé en silencio mirándolo a la cara mientras él tenía los ojos cerrados. Comenzó a roncar…
Al pasar de los días, en unas de esos ocios míos por Facebook, me acordé. Visitaré su perfilito porque sé que allí encontraré la fecha. Y así fue. Lo conseguí. Le daré una sorpresita, pensé.
Ese día llegó, esperaba un mensajito de él en el que nunca llegó. Pero yo había preparado una sorpresita. Cosa que primera vez en la vida hacía. En un cd/dvd le grabé muchas fotos mías algo sexys y mis canciones favoritas. Le compré un pedazito de torta en una pastelería famosísima acá. Le escribí una carta y no obstante, llevé un beibidoll azul marino, unas velitas de olores y un vinito.
No entraré en detalles con la carta. Tengo el borrador por allí guardado pero ahorita en este momento me da ladilla buscarlo. Sé que terminaba con el poema de Mario Benedetti, Viceversa. Y eso que no soy amante de los poemas…
Me voy para su apartaco. Sin previo aviso ni nada. Toqué la puerta reiteradas veces y nunca se abrió. Imaginé que estaba aún en el trabajo. Luego de veinte minutos decido arriesgarme y preguntarle a la conserje; ya que ella aparte de saber quien era, su esposo trabajaba en la misma empresa. Él no le gustaba que hiciera “amistad” con ellos ni con ninguno de sus vecinos porque según TODOS en esa Residencia eran muy chismosos…
En fin, no me importó nada. Le pregunté a la conserje y me dijo: Oye, creo que lo vi con una maleta en la mañanita. Mi esposo no fue a trabajar hoy. Lo voy a llamar.
Le dije: Sra. Pero no le diga que soy yo. Él está de cumpleaños y vine a darle una sorpresa.
Lo llama y él le dice que iba vía a la ciudad donde vive la mamá.
La Sra. me ve con cara de tristeza y me dice: Hija, él se fue a casa de su mamá. Pero es mejor que lo llames y le digas que viniste para cantarle su cumpleaños.
Yo, agarrándome fuertemente de mi bolso le respondí: Muchas gracias.
Subí nuevamente a su apartaco y por debajito de la puerta le puse el cd y la carta.
Me fui con algo de impotencia. No lo culpé. Nadie tenía culpa de nada… Creo que rodó una lágrima en mis ojos… pero luego se me pasó una vez que comencé a meterle déo a la tortica y recordé: Al menos me quedó el beibidoll de recuerdo jajajajaja…
Me tomé el vino en cuanto llegué a casa en la terraza. A solas, a oscuritas y fumando el Marlboro mentolado que él tanto le gusta que fume cuando le hago sexo oral…